Incertidumbre

por María Zapata Clavería

Mientras caía, pensó en el efecto de su melena ondeando enloquecida al viento y en los pares de zapatos que dejaba sin estrenar. Afortunadamente, había regado las flores y se había cerciorado de cerrar la puerta con llave, aunque no estaba segura de que eso fuera bueno. El suelo aún quedaba lejos, así que disfrutó del paisaje, de los montes que recortaban el horizonte y de esa última puesta de sol que le pareció más espectacular que ninguna otra. Es interesante ver las cosas desde esta perspectiva , se dijo.

Atravesó un banco de nubes, rozó una bandada de pájaros que en esas fechas migraban hacia el sur y vio los árboles aproximarse a una velocidad extraordinaria. Ojalá supiese algo más de ornitología y de botánica, se lamentó. Lamentó también el susto que le estaba dando a su hermana, que la miraba con consternación desde la cesta. Y lamentó sobre todo esa incapacidad suya para tolerar la incertidumbre, que le hizo preferir la seguridad de la caída al vacío al desasosiego de saberse colgada de un globo multicolor en mitad del cielo. Ya se lo había advertido antes de subir.