Un poco más sobre «Paciente 101», nuestra primera novela.

Queremos que conozcáis mejor la primera novela que hemos editado, Paciente 101.
Su autor, J. Paulorena, nos habla de ella.

Paciente 101 de J. PaulorenaEmpatía: capacidad de un individuo para ponerse en el lugar de otra persona y entender qué puede estar pensando o sintiendo. También puede aplicarse a la comprensión de individuos que pertenecen a otra época histórica o diferente cultura.

El origen de esta novela es múltiple ya que es la conclusión de varias ideas entrelazadas para formar una historia aunque, sin duda, la idea principal de Paciente 101 es la empatía. Por un lado, en el aspecto social y como trasfondo; por otro, como la necesidad afectiva de los personajes y su incapacidad cultural para entender las emociones. Pero también exige empatía por parte del lector, pues se le pide que comprenda a unas personas que viven en otra época, con otra cultura y otros valores que hoy se consideran desnaturalizados.

Hace tiempo hice un taller muy interesante sobre educación familiar. Nos explicaron los diferentes roles adoptados por el hombre y la mujer en nuestra sociedad, roles derivados de la Industrialización. Hace trescientos años el estamento familiar era diferente, incluso la forma de pensar y entender el mundo difería a lo que hoy entendemos como normal. Un valor a tener en cuenta en el género de ciencia ficción es la capacidad de plantear un posible futuro. Y eso es lo que hice en esta obra: cuestionar un modelo social diferente.

Como género literario, me cuesta aceptar que paciente 101 sea una distopía, una sociedad viciada y destructiva que subyugue al ciudadano y coarte su libertad. Tampoco es una utopía, aunque la gente viva segura y satisfecha, con todas sus necesidades materiales cubiertas. En Paciente 101, el Gobierno de la Humanidad tiene un único objetivo, y es proteger a la especie humana. No importa el medio, solo interesa la supervivencia.

Para construir este tipo de sociedad me aproveché de una idea en la que había estado reflexionando, que es el uso de un objeto-mercancía como núcleo central de una trama. Un ejemplo de esto es la melange, la droga geriátrica de Dune. Me di cuenta de que, al final, da igual qué tipo de mercancía sea y cómo afecta al ser humano, lo importante es la persona. Así surgió la primera aseveración de la Ley de Demografía Humana: “El producto básico de la Humanidad es el ser humano”. Esto significa que las personas son mercancía generada a gran escala. ¿Por qué? Por necesidades de especie, por la obligación de regenerar una civilización que ha estado a punto de extinguirse y por el interés expansionista de una cultura hambrienta de recursos, lo cual me llevó a la segunda afirmación de la Ley de Demografía: “El fin último del ser humano es la Humanidad”. Y con esto, las personas dejan de ser individuos y se convierten en productores de materia prima humana.

Teniendo en cuenta estas características pude entender que el estamento familiar estaría basado en la poligamia, donde el valor del hombre vendría dado por la calidad de su esperma y, el de la mujer, por su capacidad reproductiva. No habría discriminación de género porque los individuos tendrían estipulados sus derechos y obligaciones, claramente dirigidos a la procreación y al enriquecimiento personal.

Todas estas pautas entrarían en conflicto con nuestra forma de pensar actual, pero no con la de esa época pues las madres entregarían sin reparos a sus recién nacidos al Gobierno considerándolos mercancía, y estos serían educados en una cultura de represión y control emocional. Manifestar sentimientos sería un comportamiento vergonzoso, y el amor se consideraría una enfermedad mental. No habría fidelidad en los matrimonios, ya que serían contratos de conveniencia. Y el sexo, una herramienta de procreación, nada más.

Y la última idea, el núcleo central de la trama y que sirve para hilvanar y tejer toda la historia es la Paciente 101. Después de escuchar ciertas noticias y meditar acerca de la capacidad del ser humano de hacer daño intencionado a otras personas, me cuestioné si un torturador podría crear lazos afectivos con la persona a la que está torturando. Imaginé a un médico haciendo daño a alguien con el fin de obtener ciertos conocimientos sobre fisiología humana. Vi a este médico insensible al principio porque, o bien estaba acostumbrado al acto de tortura o bien no sentía que estuviera haciendo nada malo. Y la persona torturada… bueno, no diré más porque, aunque lo sospeche, ni siquiera yo conozco el origen de la niña.

Y de esta forma surgió Paciente 101, una sociedad deshumanizada y una niña a la que ni siquiera se considera persona, un médico que entiende el amor como un trauma mental y un policía que no duda en matar en nombre de la Humanidad. Al fin y al cabo, una historia sobre el Amor.

Espero que os guste.

J. Paulorena

Si quieres adquirir Paciente 101 sólo tienes que seguir los pasos indicados en nuestra sección de Pedidos.