GOL EN PROPIA

por Cristina Gutiérrez Meurs

—Oye, qué bien el fútbol, ¿no?
—Sí, menos mal, por fin un poco de normalidad.
—No sé qué deciros, me suena que han cancelado las ligas femeninas.
—No es lo mismo.
—¿No?
—Eso no lo mira nadie, no tiene la misma categoría.
—Que no son profesionales, quieres decir.
—A ver, que profesionales sí son…
—Con lo que les ha costado firmar el convenio, ¡qué mala suerte!
—No, si el virus éste…
—Buen momento para hacer las cosas bien, precisamente.
—Qué va, si en China tienen más mierda en el aire que antes…
—Es todo muy raro.
—¿Raro?
—Una explosión de casos hace dos meses y, con todo el lío que se monta, un cinco por ciento de contagiados.
—Sí, es poquísimo.
—Eso es que el confinamiento ha funcionado.
—No sé, ha ido como barriendo, como una ola, como la gripe… Llega y adiós.
—Como si tuviera fecha de caducidad.
—Pues lo que ha dejado a su paso es muy gordo.
—Porque nos ha pillado desprevenidos.
—Ya, y con la sanidad pública parasitada, el colapso que ha habido tiene mucho que ver con eso.
—Sí, muchos muertos sin llegar al hospital, esperando en casa sin que les viese un médico, por teléfono todo.
—O se iban a urgencias cuando no podían más, y ya era tarde.
—Es tristísimo, con lo que ha sido la sanidad de este país.
—A ver ahora cómo nos recomponemos.
—Para empezar, los alemanes se van a quedar con la mitad de las ayudas.
—Sí, ya lo he leído. Ya veremos…
—Ya veremos, no. Ya verán.
—En cualquier caso, habrá que esperar. Mira, eso es algo que estoy aprendiendo ahora que todo va tan lento.
—A mí este ritmo me exaspera, no lo llevo nada bien.
—Yo tampoco. Antes me cundía mucho más que ahora.
—Y no es por pereza, porque ese letargo de las primeras semanas ya se me ha pasado.
—Es como si las distancias hubiesen cambiado. Son igual de largas, pero tardas siete veces más.
—Porque los medios para recorrerlas y llegar a destino son distintos.
—Ya… 
—Hasta viene bien este descuadre.
—No queda otra que tener paciencia con tanta mascarilla, gel, guante, cola, apártate y deja pasar.
—Un agobio.
—Ahora el mundo parece más grande y, según se mire, hasta puede ser una oportunidad porque la inercia que llevábamos nos dejaba poco hueco para respirar.
—Y para estar.
—Supongo que es lo que hay que hacer, ¿no?
—Optimismo…
—Oír pájaros en vez de coches, ver gente paseando, hay cosas buenas.
—Lo que pasa es que la moneda de cambio es un horror: miedo o control. Privacidad o seguridad.
—La vida en la burbuja global.
—Ya, machacando la naturaleza, que es la mejor mascarilla que tenemos.
—No sé si lo habéis leído, lo del Ártico…
—¿Lo de las cepas de virus congeladas?
—Sí, como esto no sirva para ponernos las pilas, lo llevamos claro.
—Esta pandemia, para mí que es un toque de atención.
—A nuestra soberbia, sin duda.