Reseña de LAS COSAS SON DIFERENTES EN ARKHAM

Por David Calleja
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Maldito Nyarlathotep. Otra vez me la ha jugado. Acaba de escamotearme más de la mitad de las cuartillas de un libro. Ediciones Cívicas promete en su web cuatrocientas cincuenta y cinco páginas de lectura. Resulta antinatural, abominable y mágico que “Las cosas son diferentes en Arkham” me haya parecido una novela tan, tan corta.

Pero dejémonos de circunloquios y vayamos al grano: he disfrutado con esta historia desde el principio al fin. Me ha parecido entretenida y sorprendente. Bien escrita. Relata la investigación de Brian Holden, un detective privado contratado para averiguar por qué no consigue despertar del sueño el hijo de un ricachón. El caso tiene su enjundia: un millón de dólares a cambio de encontrar una solución allá donde han fracasado los médicos. Muy pronto las pesquisas conducirán al investigador hasta la Tierra de los Sueños de Lovecraft.

Como afirman los propios autores, “Las cosas son diferentes en Arkham” ahonda en los mitos de Cthulhu y el horror cósmico. Su objetivo: rendir homenaje al caballero de Providence. Sin embargo, S. Sardón y J. Paulorena dan forma al relato de una manera diferente a la que yo esperaba. Antes de empezar a leer imaginaba un escenario con viejos modelos Ford, de esos que en lugar de llantas tenían ruedas llenas de radios. Pero no. La novela está adaptada a nuestros tiempos, actualizada tanto en lenguaje como en ambientación. Describe un mundo onírico futurista, en el que los seres humanos conviven con algunas razas alienígenas. Precisamente ahí reside la singularidad del relato: en su modernidad y en que no todas las criaturas de los mitos se esfuerzan en hacer añicos nuestra cordura.

La novela presenta una mezcla inusual de géneros. Bien planteada. Ordenada. A veces estás leyendo una novela negra y en el capítulo siguiente pasas a la fantasía o la ciencia ficción. También hay algunas pinceladas de humor. Pero poco a poco, esa Tierra de los Sueños que al principio parece idílica va mostrando su lado más oscuro y rueda inexorablemente hacia el terror. Los autores vierten los ingredientes con cuentagotas, hasta que el cristal del escanciador revienta y se desparrama el horror.

“Las cosas son diferentes en Arkham” es un gran entretenimiento. Pero no sólo eso. Sardón y Paulorena se adentran ligeramente en el campo de los sentimientos y de la crítica social. Abordan las relaciones paterno-filiales y apuntan la existencia de racismo entre seres humanos y alienígenas.

Y ya termino. Hay novelas que se dejan leer y novelas que tienen fuerza (o garra, o mil ojos que reflejan la luz de las estrellas). A mi entender, “Las cosas son diferentes en Arkham” es una de las segundas. A pesar de las zancadillas del dios Nyarlathotep, todo acaba encajando a la perfección.