Pirómano

por Ohiane Pastor Legarreta

La casa ardía lentamente y Gonzalo miraba sonriente desde lo alto de la colina. Desde pequeño le había fascinado todo lo relacionado con el fuego, hasta que a los catorce años se interesó de verdad introduciéndose en varios chat ilegales donde varios colegas, le descubrieron todo un mundo nuevo para él.

Desde ese momento había orquestado varios incendios con ayuda de sus amigos, con los que se encontraba cada vez más a gusto.

En su casa seguía actuando normal y nadie de su familia sospechaba que Gonzalo pudiera ser el artífice de los incendios del último tiempo.

Día tras día sus ganas de incendiar más parajes no cesaban. Cada vez que ocurría, su cuerpo estallaba de felicidad y satisfacción, a la par que obtenía la felicitación de todos sus colegas.

Su obsesión por el fuego no tenía límite. Ya no sabía cómo acometerlos sin levantar ninguna sospecha.

Una mañana sin querer, o queriendo, quien sabe, Gonzalo dejó un cigarrillo en el sofá. Todo a su alrededor quedó hecho cenizas, y lo único que le salía a Gonzalo era una sonrisa.