“Los niños que ya no sonríen”, Fran Santana

Ayer, en la Librería Elkar de Bilbao, se celebró la presentación de “Los niños que ya no sonríen”, de Fran Santana. Una novela de asesinatos al más puro estilo Stieg Larsson que, por fin, después de haber hecho mucho ruido en internet y haber recibido ofertas de varias editoriales que han visto su potencial, ha sido publicada por EdicionesB.

Tuvimos la ocasión de conocerle las pasadas navidades, en el evento que se organizó en la localidad vizcaína de Etxebarri en torno a un cuento solidario suyo cuyos fondos recaudados fueron  destinados a una organización de la zona dedicada a procurar lo más básico a las personas del vecindario que se encuentran en graves dificultades económicas.

Nos sorprendió la cantidad de gente que se reunió aquel día, donde Fran Santana firmó más de 300 ejemplares de “El Monstruo Tragaluz” y su versión en euskera “Argijale”.

Fran Santana nos contó su historia, cómo el hecho de haberse convertido en parado de larga duración en el sector de la construcción le permitió disponer de tiempo para dedicarlo a su pasión: escribir. El resultado fue “Los niños que dejaron de sonreír”. Su ilusión era verla publicada, pero no encontraba editor ni patrocinador alguno que apostara por ella, hasta que en su barrio, los propietarios del Bar Arkupe, vecinos y amigos del autor, decidieron darle una oportunidad a la obra y convertirla en un libro. Aquella autoedición se movió muy bien por internet gracias a la constancia de su autor que hacía presentaciones y participaba en eventos siempre que tenía la ocasión, lo que le permitió sobrevivir de las ventas esos años de desempleado y nos da a todos una lección de lo importante que son la perseverancia, el trabajo y el saber hacer para lograr el éxito.

Aquí os dejamos un fragmento de muestra, para que saboreéis cómo arrancan sus primeras páginas y despierte vuestra curiosidad por ella.

¿Oyes gritar a los niños? Pobres. Por ellos he asesinado. Si lees esta carta, tu compromiso conmigo queda sellado. Con mis actos he encontrado parte de la paz perdida. Decirte esto me libera, aunque a ti te condena. 
Es muy duro comprobar que nadie entiende lo que supone llevar el peso de todo un horror sobre los hombros. Nadie, salvo tú. Por eso ejecuto a quien me ha cargado con ese lastre. Deben reparar la culpa. 
Elegirás a mi siguiente víctima entre un hombre trajeado que acude a un centro comercial a una cita deshonesta y una mujer bella que busca una historia que la catapulte al éxito que merece. Solo uno de ellos sobrevivirá.  ¿A quién señalarás? Tienes menos de veinticuatro horas para pensarlo.