Tratamiento

Ricardo Manzanaro

Los padres comprobaron aliviados que el que llamaba a la puerta era el médico. El facultativo los saludó, mientras mostraba la tarjeta holográfica que certificaba que era miembro del grupo de tratamiento de la pandemia.

Con los padres llorosos explicando la evolución de la sintomatología, el médico observó desde lejos al niño, el cual aparentaba ciertamente un grave estado. Las toses que salían de boca asustaban, por su intensidad, y los extraños ruidos que las acompañaban, que parecían más provenientes de un artefacto que de un humano.

El médico les dijo a los padres, mientras él se ponía un aparatoso traje de protección, que debían salir de la habitación, por el riesgo que suponía estar ahí solo con una mascarilla. Mientras el niño, con sus toses, salpicaba el suelo y la ropa con unas flemas que, más que pus, parecían cacas líquidas.

Cuando se quedó solo, el médico sacó el equipo y comenzó a declamar oraciones y ritos.

Una hora después, los padres lloraban emocionados al ver al crío recuperado.

– Ojalá que ese fármaco que ha usado sea tan efectivo para todos – expresó el padre – y así podamos acabar pronto con esa enfermedad del demonio.

El médico pensó en lo apropiada que era en esta ocasión aquella expresión del padre.

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