Gasteiz

por Judith Balanzategui

Para encontrar el camino no use miguitas de pan como hizo pulgarcito. Cogí el móvil y abrí Google maps. Metí la dirección de mi amiga Leixuri, memorice el recorrido y me encamine hacia allí. Había estado muchas veces en vitoria, pero no había manera humana de ubicarme en aquella ciudad de amplias avenidas y rotondas. Por si fuera poco, el casco viejo era un laberinto de estrechas calles adoquinadas, digno del torneo de los 3 magos.

Me encontraba en la plaza Ugarte, donde un edificio alto de cristales de colores, que parecía una vidriera gigante de una iglesia, llamo mi atención. En su fachada principal un reloj enorme de 5 agujas marcaba la hora. Un reloj precioso, debo añadir.

Salí de la plaza Ugarte por la avenida Gaztea en dirección al parque Arriaga. La avenida Gaztea era tan larga que no se veía el final de esta. Podían haberla llamado alameda tranquilamente, ya que en su parte central disponía de un paseo de álamos y fuentes decorativas que le conferían a la avenida un toque fresco y futurista. A la sombra de los árboles, y después de una eterna caminata, conseguí llegar a mi destino. O al menos eso creí. El parque Arriaga no era tal. Era otra plaza igual que la que había dejado atrás. Ni arboles, ni fuentes, ni siquiera un lago con patos o unos columpios roñosos. Me llamo la atención un edificio de colores con un reloj en su fachada principal. El edificio estaba hecho de cristales y el reloj tenía 5 agujas. No podía creer lo que estaba viendo. Me acerque a un edificio y me fije en el cartel con el nombre de la calle. El cartel en cuestión rezaba: plaza Ugarte.

No era posible. ¿Cómo demonios había vuelto al punto de partida? Que yo recordase no había girado, ni mucho menos dado la vuelta en ningún momento. Total, respire hondo y abrí Google maps. Efectivamente, el puntito azul estaba sobre la plaza Ugarte. Miré otra vez cual era el camino mas recto a casa de mi amiga Leixuri. El móvil me debía de estar tomando el pelo. Porque no me marcaba la avenida Gaztea, si no el paseo de los grajos como el camino mas corto.

 Me dirigí por el paseo de los grajos con la esperanza de llegar a mi destino. El paseo era hermoso, amplio y con un agradable olor a flores. Esta vez la caminata no se me hizo tan larga. Cuando por fin llegue al final del paseo, me encontré con otra plaza. Miré a mi alrededor y emití un grito desgarrador de desesperación.  No podía ser. Ahí estaba otra vez el edificio alto de cristales de colores con su enorme reloj de 5 agujas en la fachada principal. Leí rápidamente el nombre de la calle: plaza Ugarte.

No sabía qué hacer. La frustración y el miedo poco a poco se estaban apoderando de mí. Entonces, en mi campo de visión advertí un cuadro curioso en la marquesina de la parada del autobús. En realidad no era un cuadro, si no un mapa. Uno de esos con la pegatina de esta usted aquí. En la parte superior del mapa estaba escrito en letras escarlatas: anillo 3.

¿Cómo que anillo 3? No entendía nada. En un recuadro en la parte inferior derecha encontré la respuesta. Un plano de la ciudad al completo, dividida en 10 anillos, como el infierno de Dante.  El plano advertía de la falta de exactitud del mismo debido a que cada anillo giraba independientemente de los demás. Por lo que el mapa de la ciudad variaba continuamente. Estaba convencida de que me encontraba en medio de una pesadilla. Me pellizque varias veces con la intención de despertar. Pero no surtió efecto. Volví a sacar el móvil para mirar Google Maps. Pulse el mapa para mirar bien eso de los anillos. No sé si grite o la voz se quedo en lo mas profundo de mi garganta cuando leí en la pantalla: tierra-31.