por Ohiane Pastor Legarreta
Martín era un muchacho alegre, simpático y sorprendentemente bueno que jugaba en las categorías inferiores del Club de Móstoles.
Los que entendían, comentaban que Martín podía llegar a ser la gran promesa del fútbol español.
Su representante siempre había tenido fe en él, conocía perfectamente las buenas cualidades de ese chaval y no quería dejar pasar la oportunidad.
Pronto llegarían nuevos ojeadores de diferentes países de Europa para verle jugar, y no iba a permitir que ninguno se lo arrebatara. Había luchado mucho para que Martín brillara por encima del resto, desde hace mucho tiempo era su negocio más rentable y no quería dejarlo escapar.
Después de mucho pensarlo, Martín había decidido irse para emprender su nueva carrera fuera de España, pero lo que no sabía era que no iba a encontrar nada.
Todo le había sido arrebatado, lo que más tristeza le producía era la traición de él que él creía que era su confidente y amigo.
Mientras tanto en otra parte del mundo, el representante disfrutaba de un mai thai tumbado al sol y con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.