18. Secretos tras la pared.

J. Paulorena

—No me gusta.

—Es lo más inteligente.

—No, mamá. Lo más inteligente es que dejemos todo atrás y vengas conmigo.

—Tú compra los billetes de ferrocarril, luego vienes a por mí y estaré preparada con todo.

—No necesitamos nada. Marchémonos ahora.

—¡Elisabeth! —Mery suspiró y bajó la voz—. Elisabeth, estoy fatigada. Te estoy pidiendo tiempo.

Tiempo, eso es lo que les faltaba. Pero no rebatió a su madre. La fiebre había vuelto aunque estaba de pie con una máscara que pretendía esconderle el dolor, pero no podía esconderle su alma.

—De acuerdo, compro los billetes y vuelvo a por ti. Tardaré unas pocas horas, olvídate de hacer equipaje y aprovecha ese tiempo para descansar.

Mery sonrió aliviada.

—Gracias, querida.

—Ven, túmbate un rato.

—Enseguida me recupero.

—Te voy a dar de la medicina especial.

Elisabeth cogió de un estante un pequeño vial, vertió una gota en una cucharilla y se la administró a su madre. Elaborado con plantas exóticas, al principio la dejaba exhausta y en un limbo febril. Luego se recuperaba durante un tiempo, pero la tuberculosis se había hecho fuerte en ella y no terminaba de curarse. Sin la medicina de Bada Nocte, posiblemente ya habría fallecido por la enfermedad.

—Creo que ha llegado el momento, mamá.

—¿Estás segura?

Elisabeth soltó el aire retenido en sus pulmones, aún quedaban miles por nombrar pero estaban sin tiempo y aquello era una válvula de seguridad, una ruta de escape por si todo fallaba.

—Sí, ha llegado el momento.

La joven sacó el cristal de sueños del interior de una bolsita de tela azul marino y lo depositó en las manos de su madre. Mery cerró los ojos, suspiró y terminó por abrir uno para mirar a su hija.

—No siento nada.

—Porque no hay nada que sentir.

Elisabeth volvió a guardar la piedra.

—Ya puedes irte, querida. Que te acompañe ese joven tan vigoroso.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Parece un caballero bien dispuesto a… ¿cuáles han sido sus palabras textuales? Ah, sí: soltar unas buenas hostias cuando es necesario.

—Es un bruto.

—Sí, un hombre arrojado que convive a diario con la violencia.

—No piensa, se lanza de cabeza a los problemas.

—Cuando el miedo te sacude, sacas lo que llevas dentro. Algunos se acobardan y huyen, como nosotras, otros se dirigen al peligro para afrontarlo.

—Nosotras huimos porque somos inteligentes y sabemos que no podemos luchar en esta batalla. Él no evalúa el peligro, es simple.

—No se rige por engaños ni ambigüedades.

—Le estás defendiendo, mamá.

—Y además, no hay que negarlo —continuó implacable—, es un hombre atractivo.

—¡Mamá!

—Tu padre era igual cuando nos conocimos, imprudente y descarado, valiente y seguro de sí mismo. Tenía el espíritu de un guerrero, por eso se hizo soldado. Pero también era listo, que es diferente a ser educado. Eso ya vino después. Y siempre fue cariñoso conmigo, y también contigo —una lágrima y una sonrisa nacieron de su memoria—. Venga, ponte en marcha y déjame descansar.

A Mery se le estaban cerrando los ojos y le aumentaba la temperatura.

—Nos vemos enseguida, mamá —le dio un beso en la frente—. Sé amable con los Guardianes.

Gracias por comentar.

7 Responses to “18. Secretos tras la pared.”

  1. Harkonen 14 de mayo de 2020 at 16:14 Permalink

    Bueno bueno ahora la vieja se dirige al redil… seguramente para que descanse su alma en el limbo de la Necropolis….. muy curioso, el encauce de la madre a Elizabeth para con Cormac……….

    • J. Paulorena 14 de mayo de 2020 at 16:32 Permalink

      Gracias, Harkonen. Veremos qué ocurre. Respecto a Cormac, ha explicado su punto de vista: Nunca está de más tener a tu lado alguien dispuesto a soltar unas buenas hostias cuando es necesario.

  2. Santi sardon 14 de mayo de 2020 at 20:14 Permalink

    Esto yo no lo había previsto. Interesante cambio de rumbo

    • J. Paulorena 14 de mayo de 2020 at 20:16 Permalink

      Gracias.

    • Harkonen 14 de mayo de 2020 at 20:19 Permalink

      Joder Raphel…… de futurologo no tienes desperdicio….. jajajaja…..

  3. Nimthor 14 de mayo de 2020 at 21:02 Permalink

    Muy interesante el lado humano de elisabeth que surge poco a poco. Como sus debilidades

    • J. Paulorena 14 de mayo de 2020 at 21:33 Permalink

      Buen comentario, Nimthor, gracias.

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