(por J. Paulorena)

Este martes tuvimos un encuentro con el escritor Pedro Zarrabeitia y su obra «El ciego de Olabe» en la Biblioteca Villamonte.

Fuimos recibidos por la bibliotecaria Anabel, que tuvo la amabilidad de presentarnos a los asistentes. No había mucha gente pero fue muy participativo y se estuvieron haciendo muchas preguntas, tantas que estiramos la hora de cierre.

Es la tercera vez que asisto a una presentación del Ciego de Olabe. La primera vez fue en Mendata y yo acompañaba a Pedro en este estreno. La segunda vez nos reunimos para charlar sobre su novela en la biblioteca de Leioa, y fue Isa quien le hizo de guía.

Esta tercera tertulia sobre el ciego de Olabe ha sido la mejor hasta el momento. Pedro es pintor y fotógrafo y había incluido en su presentación imágenes que iba descargando en una pantalla. El apoyo visual le sirvió para disertar sobre su obra, sobre la esencia de EL CIEGO DE OLABE, y relataba escenas y personajes, ideas y ficciones con soltura.

También nos abrió su corazoncito y pudimos conocer un poco mejor al hombre que hay detrás de la obra. Pedro Zarrabeitia nos habló de su niñez, de la librería que entonces tenía su familia y de la facilidad con la que él y sus hermanos podían acceder a todo tipo de literatura, sobre todo de aventuras. De cómo estudió ingeniería, más bien porque era lo que en aquellos tiempos se podía estudiar, aunque no fuera lo que más le gustara. De cómo la rutina diaria del estudio le apartó de sus verdaderas pasiones: la pintura y la fotografía. Y que, ya en su carrera como ingeniero, eligió como compañera de trabajo a su cámara de fotos, que siempre le acompañaba allá donde fuera recogiendo con ella historias del mundo en imágenes. Esto es lo que de verdad le hace sentirse vivo.

Está claro que la experiencia es un grado y, como les digo a mis niños: «cuanto más se practica mejor se hace». Creo que Pedro ha encontrado su propio ritmo. Enhorabuena.